Con PowerPoint o sin PowerPoint: esta es la cuestión

Siempre que nos toca dar una charla o hacer una presentación, lo primero que pensamos es en abrir el PowerPoint (o en su defecto, cualquier otro software de presentaciones que usemos). Esto, ya hemos visto más veces, es un error.

PowerPoint lleva un par de décadas condicionando la forma de presentar que tenemos. Prezi, que surgió como innovación unos años, nos ha llevado al extremo opuesto, pero hay que dominar la herramienta muchísimo porque si no, marea y es peor que el mal que pretendía solucionar… Entonces, ¿qué hacemos? ¿en qué quedamos?

Pues lo vamos a dejar en tablas y ahora os explico por qué.

Pero básicamente lo vamos a resumir en que no todas las presentaciones deberían tener un PowerPoint. Solo algunas. Solo las que lo necesiten.

Ya, pero ¿cuáles lo necesitan?
Si tenemos claro que no debemos usar PowerPoint como chuleta, sino como muleta para nuestra audiencia, es decir, como un apoyo visual que facilite la comprensión de nuestro contenido, que favorezca nuestro impacto, hasta que no tengamos claro qué vamos a decir, no deberíamos ni plantearnos el uso de presentaciones, por más que nos veamos “obligados” a ello.

Cuando tengamos datos que presentar

Será buena idea valorar qué tipo de datos y qué tipo de visual utilizaremos para presentarlos. Copiar y pegar una tabla o un gráfico de barras no suele ser buena idea. A veces el número al que queremos llegar, tal cual, puede ser la mejor solución. En otros casos, podemos recurrir a analogías con objetos cotidianos. O a una representación diferente de los datos. En cualquier caso, si tienes datos, puede que necesites PowerPoint.

Cuando una imagen valga más que mil palabras

Dependiendo de lo que quieras decir, puede que mostrar una imagen sea más eficaz que únicamente expresar lo mismo con palabras. Las imágenes pueden ser armas poderosas y, dependiendo del significado de lo que estés diciendo o dónde quieras poner el énfasis, el PowerPoint te permite jugar a lo que tú necesites.

Como ejemplo, esta serie de diapos, que dicen lo mismo pero con el  foco puesto en cosas diferentes.

Para “Antes del descubrimiento de los antibióticos, la gente se moría de anginas”, si ponemos el foco en el “antes de los antibióticos”, la fotografía de un hospital antiguo con pacientes convalecientes en cada cama es una imagen poderosa para expresarlo. Si queremos hacer énfasis en el descubrimiento de la penicilina, una foto de un cultivo puede ser la que necesitamos para trasladarlo. Pero puede que queramos acentuar las bacterias, en cuyo caso, una foto de bacterias de color rojo, que además es un color bastante maligno, es nuestra mejor opción.

En casi el resto de ocasiones, el PowerPoint sobra. Podemos sustituirlo por un documento de resumen con el esquema de lo que vamos a contar que entregaremos o bien antes o después de nuestra intervención. O también con un cuadernillo con ejercicios que se pueda rellenar de forma digital.

Haz el propósito de año nuevo de utilizar PowerPoint sabiamente y ya verás cómo mejoran drásticamente tus presentaciones.

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